Los bosques translúcidos
Los barcos y los ríos
El dedo pulgar de nuestra pequeña
Ese lugar, aquella sonrisa.
Tu perfil soberbio planchando delantales.
Nuestra parca manera de tratarnos en otoño.
El vivero de plantines y aguas verdes.
Tus pechos… ¡ay! tus pechos.
Esa marca que escondes entre blancas prendas satinadas. ¿Y si te tomase de la
boca con mi boca?
¿Y si apretase con mis manos tus costillas?
Y si mezclásemos en la cama toda nuestra sangre en una sola hasta nacer de
nuevo más enormes
Y si nos tratásemos como a niños desvalidos
como a enfermos delicados
como golondrinas, alondras
gorriones enamorados.
Esa marca que escondes y te destina
Esa fuerza inconciente que nos rodea
Esa brutal forma de decirnos, que nos convierte en lo que siempre odiamos de
nuestra historia.
¿Y si te tomase de la mano como un ciego?
¿Y si te pidiese por favor?
Y si rodease con mis brazos tu cintura hasta arrancar afectos para borrar con
humedades y caricias las marcas
las marcas…
los mandatos enfermantes de los nuestros.
¿Y si me tomases de mi boca con tu boca?
¿Y si me apretases con las piernas mis costados?
Y si mezclásemos sobre la tierra fresca toda nuestra sangre hasta germinar